Versión2: Crisleydi Durán
Al norte del granero del país, está el Pico Duarte, la elevación más alta de la Republica Dominicana y Las Antillas, en medio de una inmensa cordillera donde los ojos brillan como el sol y una sensación de libertar se siente, se vive y se disfruta, donde los párpados se humedecen hasta hacer brotar lágrimas y un sentimiento patriótico profundo se apodera del visitante.
Cuando damos una mirada a vuelo de pájaros y percibimos el canto sonoro de las aves, la vida nos sonríe y al penetrar en el bosque la temperatura baja. Se observa el afán para subsistir en estos bosques cubiertos de pinos centenarios, rodeados de agua que emergen de los manantiales como una bendición del creador.
Con una flora y fauna conservadora de ríos, arroyos y agua cristalina. El pico esta ahí. La elevación que sintetiza la cima del orgullo dominicano, donde la brisa sopla con libertad y sin contaminación, donde un hombre con machete al cinto y cigarro en boca eleva una plegaria al mundo para expresarle su agradecimiento al altísimo, por haberle proporcionado tantos privilegios en este valle de las amarguras y ansiedades.
Un lugar donde la naturaleza es amiga y protectora del caminante. Una boscosa zona, donde el poder supremo, derramó toda su bendición y grandeza. Aquí, lejos de la civilización, del vaivén de los vehículos y el bullicio de la ciudad, el viento ruge y astro rey comienza a ofrecernos los primeros momentos de un romántico atardecer. El turismo de montaña, el deleite que produce la naturaleza virgen, la vista a las escarpadas colinas que parece que vienen hacía ti, es un espectáculo admirable.
El verdor de la biosfera combinado con la languidez y la descomunal altura de los pinos, te llena de paz. Te acompaña el aire puro y la melodía que producen los pájaros, sonido que se convierte en una sinfonía eterna que se pierde en un sueño reparador. Una vez llegas al Pico Duarte sientes la dominicanidad.
Un valle cubierto de campiñas, de arroyos, ríos y manantiales. Aquí en la elevación más alta de las Antillas, también existen los picos La Pelona, y la Rusilla de nieves blancas que deleitan nuestros sentidos y alegran el espíritu.
Cuando te vas de ahí se devuelve el deseo de sentirte protegido por alguien inocente a los problemas sociales, la naturaleza !Visítalo!
A petición de nuestros seguidores....