Todos tenemos el derecho de cambiar si nos lo proponemos. Está en nosotros darle continuidad y continuar las metas planteadas. Pensar en ser mejores humanos es un paso positivo que requiere de entereza y voluntad, por lo que debemos plantearnos y sentirnos con la necesidad de pensar ¿por qué deseamos cambiar?
Muchos por ser personas que necesitamos dar y recibir afectos nuestra naturaleza es la de ser bondadosos, generosos y empáticos con los demás. Sin embargo, una persona con capacidad autorreflexiva debe conocerse para destacar los rasgos más notorios de su personalidad.
Uno mientras más se conoce más puede brindar a los demás, más nos valoramos y reconocemos como somos y por qué actuamos de cierta forma. Esto es de acuerdo a nuestra historia de vida familiar y si en algún momento nos afectó o no.
Nuestra personalidad precisa de estilos que se conforman por tener un temperamento: el carácter de base social relacional, y el carácter de base biológica, por ende, contexto social y familia influyen de forma directa en nuestra manera de ser.
Si naciste en un ambiente de respeto, disciplina sin castigos ni golpes, reflexiones y buen comportamiento, cuando haya una inconducta, esto garantizará una persona con mejor valoración de si misma.
La madurez del ser humano no se correlaciona con la edad cronológica, sino que implica de ser uno mismo, asumiendo un sentido de la vida.
Si reconociste como puede afectar tu actitud, comportamiento o palabras sobre los demás, podrás ir haciendo cambios. Tomarás en cuenta, tanto su persona como la de los demás.
Quizás la dificultad no radique en el cambio per se, sino en reconocer que es lo que debemos cambiar en si.
Debemos hacer de los cambios un estilo de vida para ser mejores personas. Entonces mantengámonos perseverantes en nuestros propósitos y obtendremos excelentes resultados. A cambiar se a dicho, si lo ameritas, que tengan un feliz cambio, de lo contrario quédate igual, pero sin ser improductivo.