Es paradójico que el presidente Leonel Fernández se pronuncie a cerca de los reclamos del 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para educación, calificándolo de “falso debate”, cuando en ocasiones donde la ciudadanía ha esperado su asomo éste no aparece.
Nunca lo he escuchado hablar sobre los numerosos casos de corrupción que se han registrado en su gobierno, y otros tantos de narcotráfico.
No sé dónde está la falsedad del debate, si lo que se reclama es que se cumpla la ley de educación aprobada en 1997. El pueblo le pide al Gobierno que cumpla la ley.
Tiene razón al decir que la inversión no bastaría con hacerlo sólo en educación, sino que las demás carteras del país necesitan que se les asignen los recursos correspondientes. Al menos eso entiendo al decodificar uno de sus tantos discursos permeados de retóricas y carentes de acción.
El señor Fernández no entiende por qué un debate tan rico se reduce a un problema económico, pero la respuesta es sencilla:
*Con dinero se les pagaría mejor a los operadores de la educación y mejoraría su calidad de vida.
*Se aplicarían programas de capacitación continua y esto a la vez se traduciría en un mejor desempeño en la labor docentes.
*Con dinero se mejorarían las infraestructuras, al mismo tiempo que se construirían nuevas escuelas en lugares de difícil acceso y de este modo educarse dejaría de ser un problema.
*Se diseñarían libros de textos que cumplan con los requerimientos de una sociedad moderna y encaminada al desarrollo, los cuales promoverían el análisis, la capacidad de crítica y cuestionamientos. Compendios que dejen de enseñar que Cristóbal Colón descubrió América.
*Se mejorará el programa del desayuno escolar, que en la actualidad no es más que un ícono de miseria que se estampa en las memorias de los niños condenados a pensar y convencerse de que no merecen más que eso.
*Se podría hacer realidad “La Tanda Única”, lo que permite mejor calidad en los conocimientos adquiridos.
*El pensum estudiantil se orientaría a la formación integral de los estudiantes, añadiendo materias llamadas a cultivar la ética, la moral y el civismo, así como desarrollar habilidades artísticas y deportivas.
Corea del Sur es un buen ejemplo que ha tomado el Presidente para extrapolarlo con Estados Unidos. Sin embargo, hagamos el análisis con la tierra de Duarte, Sánchez y Mella. Para los últimos gobiernos de Corea del Sur la educación representa un elemento crucial en el crecimiento de la nación, mientras que para los gobiernos de República Dominicana no es más que una amenaza a los bolsillos de intereses particulares; el gobierno de Corea del Sur invierte 4,6% del PIB en educación, a diferencia de este país que el año pasado destinó a penas el1,8%; la educación en Corea del Sur jamás serían tema de discusión, sin embargo, en República Dominicana se libra una guerra en la que los malos son los buenos y los buenos son los malos.
Nuestra realidad educativa sería parecida a la de Corea del Sur si existiese menos niveles de corrupción gubernamental, si tuviéramos un presidente como Lee Myung-Bak, pero la realidad nos toca, tenemos a Leonel Fernández como presidente, hasta nuevo aviso. Solo nos queda soñar y seguir reclamando que se cumpla la ley. En este caso el ave le dispara al cazador.
Por: María Valdez
Villa con Voz.-
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